Hand of a person casting a ballot at a polling station during voting.

Fueron tres millones 967 mil 569 chilenos los que hace 35 años atrás, mediante su voto, le dijeron que NO al régimen Pinochet aquel 5 de octubre de 1988. Una jornada histórica para la sociedad chilena, donde el 54,71% de los electores se inclinó por poner fin a 17 años de dictadura. Pero lo histórico de este proceso eleccionario no sólo se evidencia en el resultado, y la forma pacífica en que se obtuvo, sino que también se logró siguiendo al pie de la letra lo estipulado en la Constitución de 1980, carta fundamental redactada por el propio gobierno militar. Lección primera, la relevancia de los procesos democráticos.

A estas elecciones, la oposición llegó organizada en torno a la “Concertación de Partidos por el No”; pacto que agrupaba a 17 colectividades políticas y que tenía como objetivo común buscar la restauración de la Democracia en el país. Además, de la unidad necesaria para enfrentarse en las urnas al dictador, el bloque logró su victoria apoyado en una propaganda política que enfatizaba en la esperanza y en la alegría que volvería con el retorno democrático, más que recordar los signos de violencia u opresión propios de los años en llegaron a gobernar los militares al país, así el himno Campaña Política del No, fue una clara muestra de este mensaje entregado. Lección segunda: el valor de los pactos políticos y consensos sociales.

Con esta victoria ciudadana, se abrió la puerta al regreso de la Democracia y, siguiendo lo mandatado por la carta constitucional chilena, se procedió a la organización de las primeras elecciones presidenciales de la nueva era. Aquellos sufragios se llevaron a cabo el 14 de diciembre de 1989 donde se impuso, con un 55,17% de los votos, Patricio Aylwin Azócar, abanderado de la Concertación de Partidos por la Democracia, quien recibió la banda presidencial un 11 de marzo de 1990, en un histórico cambio de mando donde el propio Augusto Pinochet, vestido con uniforme militar, le entregó pacíficamente la piocha de O’Higgins y la banda presidencial, símbolos del poder presidencial en Chile. Lección tercera: Respeto por la institucionalidad republicana.

De esta forma, la Transición de la Dictadura a la Democracia se constituyó como un proceso histórico caracterizado por un desarrollo incierto, porque sus reglas estuvieron en constante redefinición. Por ello, es un asunto complejo de entender, donde diversas opiniones públicas y análisis políticos, sociales, económicos e históricos, hacen de este un tema ineludible a la hora de abordar las temáticas controversiales de la historia reciente de Chile. En esta discusión parece ser que el mundo escolar ha estado excluido, donde no se ha considerdo la importancia que significa abordarlo desde la perspectiva de la enseñanza escolar, en virtud del fortalecimiento de las competencias de las y los futuros ciudadanos. Pues, la Transición sirve para educar democráticamente a nuestros jóvenes, por ello, se debe enfatizar en que la Democracia es una conquista social, la cual debe promoverse y defenderse de manera permanente. Lección cuarta: La construcción continua de la Demcoracia.

Dra. Gabriela Vásquez Leyton
Académica de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales
UNAB Sede Viña del Mar