En los últimos años, la región de Tarapacá ha sido un epicentro de preocupaciones en torno a la seguridad ciudadana. La creciente sensación de inseguridad ha afectado gravemente a la población, generando miedo, desconfianza y una percepción generalizada de que la delincuencia está fuera de control. Sin embargo, al observar los datos recientes, surge una paradoja que invita a la reflexión: los indicadores de violencia, los robos, agresiones y asaltos, así como el ingreso irregular de extranjeros a través de pasos no habilitados, están disminuyendo.

¿Por qué, entonces, esta sensación de inseguridad persiste? ¿Qué está alimentando el pánico social si los números muestran una tendencia hacia la mejora?.

La respuesta no es sencilla y probablemente implique múltiples factores. En primer lugar, la sobreexposición a las noticias sensacionalistas sobre crímenes y hechos violentos, a menudo amplificada por las redes sociales, ha provocado una distorsión de la realidad. La percepción del peligro, aunque no necesariamente refleja los hechos en su totalidad, es un sentimiento poderoso que afecta la vida cotidiana de los ciudadanos. La difusión de hechos delictivos, especialmente los más violentos o impactantes, genera un clima de miedo y una sensación de que la violencia es omnipresente, aunque los datos indiquen lo contrario.

Por otro lado, el fenómeno migratorio, si bien está siendo controlado de manera más estricta, ha sido relacionado con la delincuencia en discursos públicos, creando en muchos casos una estigmatización de los migrantes, especialmente aquellos que ingresan por pasos no habilitados. Aunque la migración irregular puede generar desafíos para la seguridad, es importante no caer en generalizaciones injustas que alimenten el rechazo y la xenofobia.

Además, se están realizando esfuerzos notables para equipar y fortalecer a las fuerzas policiales en la región, particularmente a Carabineros, con el objetivo de mejorar la capacidad de respuesta y la prevención del delito. La inversión en tecnología, infraestructura y formación es un paso significativo para garantizar la seguridad en Tarapacá. Sin embargo, a pesar de estos avances, la sensación de vulnerabilidad persiste en muchos sectores de la población.

Es esencial, entonces, que el diálogo sobre la seguridad no se base exclusivamente en percepciones ni en emociones, sino en datos reales y objetivos. Para combatir efectivamente el miedo, es necesario que las autoridades y los medios de comunicación trabajen en conjunto para informar de manera precisa y contextualizada sobre la evolución de los indicadores de violencia y la labor que se está realizando para mejorar la seguridad. También es crucial que la comunidad participe activamente en estos esfuerzos, promoviendo una cultura de confianza y cooperación con las fuerzas del orden.

En última instancia, cabe preguntarse: ¿Qué más se puede hacer desde las instituciones para que la percepción de seguridad ciudadana refleje la mejora real que muestran los indicadores?.

Es momento de que las autoridades aborden no solo los hechos, sino también la percepción, garantizando que el esfuerzo por reducir la delincuencia y mejorar la seguridad llegue efectivamente al corazón de los ciudadanos.

Juan Carlos Hernández Caycho
Consejero Regional FFOIP Tarapacá