La minería, motor de desarrollo económico en muchas regiones del mundo, también se ha convertido en una de las principales fuentes de contaminación ambiental y crisis sanitarias. Diversos estudios advierten sobre la liberación de sustancias tóxicas que dañan ecosistemas enteros y afectan gravemente la salud de las personas. El último hallazgo científico en Perú revela incluso cómo los árboles podrían estar “registrando” esta devastación silenciosa.
Un legado tóxico que no se ve a simple vista
En el corazón de múltiples territorios, desde la Amazonía sudamericana hasta las zonas rurales de África o Asia, la minería avanza con fuerza. Pero lo que muchas veces se presenta como “progreso” tiene un lado oscuro. Según la Organización para la Conservación y el Monitoreo de América Latina (OCMAL), las actividades mineras a gran escala están detrás de la liberación masiva de metales pesados como plomo, cromo, zinc y manganeso, los cuales contaminan suelos, ríos y aire.
Estas sustancias no desaparecen con el tiempo. Por el contrario, se acumulan en los organismos vivos, afectando la flora, la fauna y, sobre todo, a las comunidades humanas cercanas. “Estamos hablando de elementos que, una vez liberados al medio ambiente, pueden permanecer activos durante siglos”, señala Claudia Benítez, experta en toxicología ambiental.
Enfermedades silenciosas en cuerpos contaminados
El impacto sanitario es contundente. Un reciente estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, realizado en la ciudad costera de Chañaral, confirmó que los relaves mineros —depósitos de desechos mineros— han afectado directamente la función pulmonar de escolares expuestos a material particulado fino (PM2.5 y PM10). Las partículas ingresan al sistema respiratorio causando inflamación, enfermedades crónicas e incluso riesgo cardiovascular.
En Perú, la situación es crítica. En la provincia de Espinar, comunidades indígenas denuncian desde hace años intoxicaciones masivas por metales pesados. Un informe de Amnistía Internacional en 2021 ya advertía niveles peligrosos de arsénico, mercurio y plomo en la sangre de niños y adultos. “Sufrimos dolores constantes, vómitos, pérdida de memoria, y no tenemos respuesta del gobierno ni de la empresa minera”, denunció entonces Rosa Huarcaya, lideresa local.
Uno de los casos más dramáticos fue el derrame de mercurio en Choropampa en el año 2000. Más de mil personas resultaron afectadas, con secuelas neurológicas que persisten hasta hoy. “Lo que ocurrió allí fue una bomba silenciosa”, recuerda un médico local que prefirió no ser identificado.
Un nuevo estudio: Los árboles como testigos del crimen ambiental
En abril de 2025, un equipo de científicos peruanos y estadounidenses publicó un estudio pionero en la revista Environmental Research Letters, revelando cómo los árboles amazónicos podrían ser aliados inesperados en la lucha contra la minería ilegal. Investigando la región de Madre de Dios, en Perú, hallaron que el árbol Ficus insipida acumula trazas de mercurio en sus anillos de crecimiento, permitiendo así reconstruir la historia de contaminación de una zona a lo largo de décadas.
“El árbol se convierte en una especie de ‘caja negra ambiental’, capaz de almacenar los niveles de mercurio año por año, como si fuera un registro silencioso de lo que ha ocurrido a su alrededor”, explicó la investigadora principal, Jaclyn Reiss.
Este descubrimiento representa una herramienta de bajo costo y altamente eficaz para monitorear la expansión de la minería ilegal en zonas remotas donde el acceso humano es limitado.
Reflexión: Desarrollo a cualquier precio
La expansión minera, sin regulaciones estrictas ni compromiso ambiental, deja una estela de destrucción difícil de revertir. Los metales pesados, el cianuro y el mercurio no solo afectan ríos y montañas, sino que terminan dentro de los cuerpos de quienes habitan cerca de estos proyectos extractivos.
El desarrollo económico basado en la extracción no puede seguir ignorando sus costos ocultos. Las voces de comunidades afectadas y los nuevos hallazgos científicos como el de los árboles amazónicos son una advertencia clara: el verdadero precio de la minería no se mide en oro, cobre o litio, sino en vidas humanas y ecosistemas perdidos.
Por: Redacción Investigativa IQQOnline